Bóveda Jesús F. Contreras, Fondo fotográfico JFC No. 369
En este mes de julio en el que se conmemora el 102 aniversario del fallecimiento de Don Porfirio Díaz es importante resaltar, en materia de política cultural ejercida durante su mandato, el posicionamiento que tuvo la estatuaria y su carácter social, como manifestación de los ideales liberales de modernidad y progreso. “En una democracia nacida y desarrollada en el siglo que expira, el único y verdadero título de grandeza lo constituyen los servicios prestados á la patria en cualquiera de las múltiples manifestaciones de la inteligencia, del saber, del valor, ó de las virtudes”.[1]
En el modelo cultural la escultura tuvo una función social porque en esta representación se inmortalizó a personajes y hombres comunes que llevaran a cabo acciones encaminadas al beneficio de la sociedad, para así consolidar “los valores del liberalismo burgués, los monumentos de los héroes –militares y civiles-”[2] a través de una democratización.
La encomienda educativa de la escultura monumental era ofrecer un constante ejercicio didáctico que influyó determinantemente en la materialización de la historia, por una parte al conformar “los lugares de la memoria, mediante la construcción de monumentos conmemorativos (…) en la formación de un Estado homogéneo que estuviera interesado en configurar una memoria histórica única.”[3] Y por otra parte en los ciudadanos, al ejercer un papel pedagógico de “educar al pueblo inculcándole una nueva estética, pero al mismo tiempo manteniendo vivo el ejemplo de los héroes nacionales”.[4]
Dentro del concepto de cultura también se erigieron esculturas en honor de pensadores y artistas, quienes fueron presentados como insignes del momento. “El poeta (…) es una figura heroica, perteneciente a todas las épocas; a quien todas las épocas poseen, una vez que lo producen; es figura que pueden producir las épocas más modernas como las más antiguas; -y las producirían siempre que le plazca a la Naturaleza. Si la Naturaleza envía un Alma Heroica, es posible, en todas las épocas que este Héroe asuma la forma de Poeta”[5]
La fotografía es en blanco y negro, montada sobre cartón. Sus medidas son de 12 x 19 cm. Con una técnica fotográfica en Albúmina.
Lic. en Hist. María del Pilar López Delgado
[1] Sosa Francisco, Las estatuas de la reforma. Noticias biográficas de los personajes en ellas representados. Secretaría de Fomento, México, 1900, p.VI
[2] Pérez Walters Patricia, “Jesús F. Contreras y la fiebre escultórica del porfiriato” en Hurtado Ramírez Luciano (Coord) Jesús F. Contreras. Pasión y poder escultórico. ICA/UAA, México, 2016. p. 70
[3] Zarate Toscano Verónica, El papel de la escultura conmemorativa en el proceso de construcción nacional y su reflejo en la ciudad de México en el siglo XIX, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2003, p. 418. file:///C:/Users/mplopez/Downloads/1452-1606-1-PB.pdf
[4] Idem, 432
[5] Gutiérrez Viñuales Rodrigo, Monumento conmemorativo y espacio público en Iberoamérica, p. 318 http://www.ugr.es/~rgutierr/PDF2/LIB%20011.pdf