Fondo fotográfico JFC No. CCO7547
José de Calasanz, fue un sacerdote que nació en Peralta de Sal en el reino de Aragón, España en 1556 y fallece en Roma en 1648. Durante su trayectoria sacerdotal desempeñó cargos importantes dentro de la iglesia católica, pero además es considerado un gran pedagogo debido a las reformas que en materia de educación implementó “en 1597 fundó la escuela gratuita con el nombre de Escuela Pía,”1 dedicada a la enseñanza pública, es decir a las clases populares y a grupos numerosos, en un momento en el que educación era privilegio de las clases pudientes.
Propuso escritos, enunciados y leyes, “en 1619 escribió las Constituciones de las Escuelas Pía aprobadas por la Santa Sede en 1622 impregnadas de pensamiento pedagógico. Dedica, además, siete de sus treinta capítulos exclusivamente a exponer sus ideas educativas y su organización didáctica y escolar.”2 Su pensamiento se centra en la enorme necesidad de educar a los jóvenes, en aplicar una pedagogía, cristiana, práctica, sobre todo social y democrática.
A través del tiempo la obra que dejó el beato de Calasanz fue motivo de inspiración, sobre todo para quienes lo encontraron en el camino de la educación, como le sucedió a Don Justo Sierra Méndez, quien además de que fue abogado y destacado político, fue historiador, literato y poeta. Pudo también ser ejemplo de entrega, compromiso y dedicación y después de la muerte de Calazans, se documentaron una serie de maravillas, que lo inspiraron a escribir, en 1894, el poema religioso El Beato Calasanz.
EL BEATO CALASANZ
(Siglo XVI)
Al gran poeta nacional Guillermo Prieto.
Homenaje de filial admiración
I
¡Qué triste fué esa noche! ¡Qué invierno aquél tan crudo!
la escarcha entre la yerba del patio cintilaba
y un ángulo de claustro, muy frío y muy desnudo,
subiendo lenta y blanca la luna iluminaba.
En el rincón opuesto la celda más oscura
estaba entreabierta; un hombre en ella había
tendido en las baldosas; su rígida figura
crispaba en sus postreros espasmos la agonía.
En un sayal envuelto el cuerpo enflaquecido,
el rostro en la penumbra del capuchón; cerrados
los ojos y saliendo del borde del vestido
los pies, como la piedra del pavimento, helados.
Cadáver parecía; dos frailes en voz baja
rezaban: crepitaba en su razón exiguo
la lámpara, y del muro pendían, la mortaja
y, embadurnado sangre, un crucifijo antiguo.
Eran las dos: el físico se acerca, en sus escuálidos,
dedos, llevaba un frasco de elixir: Vive-dijo;
vertió el licor, del monje entre los labios pálidos,
y se postró, esperando, al pie del crucifijo.
No esperó mucho; un súbito temblor al fraile agita;
de un golpe se incorpora, fijos los ojos muertos
y balbuciendo: Cúmplase tu voluntad bendita,
tiende a la Cruz convulsos los brazos entreabiertos.
¡Oh Calasanz! –el físico al contemplarle exclama-
un día me dijiste: “si el primer vahído
de la temida muerte, en mi vital llama
atizas, dicha eterna te deberé” …..He cumplido.3
El escritor y pensador Claude Dumas, narra la presentación del poema de Justo Sierra, llevada a cabo en una velada literaria en la casa de Pablo Macedo, con la presencia de algunos cuantos amigos.
En el número 18 de noviembre de la Revista Azul4, el doctor Manuel Flores, un viejo amigo de Justo Sierra, hace un análisis del poema y esboza un retrato moral e intelectual de su autor. Encuentra gran parecido entre éste y el santo español (…) Justo Sierra, al igual que Calasanz, es por naturaleza un creyente; si hubiera vivido en la Edad Media, habría sido monje, habría vivido en un convento y practicado las mismas virtudes que demuestra ahora; (…) El viaje de Calasanz por los cielos evoca el viaje laborioso y atento de Justo Sierra por las ciencias.”5
Al respecto del poema, Manuel Gutiérrez Nájera publicó en el Universal, el 25 de marzo de 18946 una “crónica”, aquí un pequeño fragmento:
“El Beato de Calasanz” es un poema que Justo Sierra nos leyó el sábado pasado. El poeta de las grandes metáforas que abren sus alas de plumaje espléndido sobre los picos más altos de la nieve eterna; el poeta de las tristezas hondas, ocultas a los ojos de la gente profana, pero no a la contemplación de los iniciados en los divinos misterios….
Jesús F. Contreras, a través de su gran amistad con Don Justo Sierra, conoció su pasión, sentimiento e inspiración hacia el Beato de Calasanz, motivo por el cual, en 1897 lo inmortaliza en una hermosa escultura. Una talla en mármol de 73 x 39.5 x 32 cm, Colección Particular. En la Bóveda Jesús F. Contreras se preservan, dentro del fondo fotográfico de este escultor, fotografías de la obra escultórica del Beato.
“En suma, El Beato de Calasanz es un gran poema, porque es la epopeya de un alma inmensa cantada por ella misma. Calasanz es grande porque Calasanz es Justo Sierra y porque Justo Sierra es grande”7
Lic. en H. María del Pilar López Delgado
[1] Fábregas Jaume, Olivar Alexandre, La voz de los Padres en la Liturgia de las Horas, Los autores eclesiásticos del Oficio de la lectura, Biblioteca Litúrgica 18, Centre de Pastoral Litúrgica, Editorial Regina, S.A., 1ª Edición, 2002, España, p. 149
[2] Buenaventura Delgado, Criado (Coord), Historia de la Educación en España y América, Fundación Santa María, La educación en España Moderna S. XVI s XVIII Ediciones SM, 1993, España, p. 443
[3] Sierra, Justo, Obras completas, Tomo I: Poesías, Universidad Nacional Autónoma de México, 1991, México.
[4] Se produjo en la Revista Azul, 11 de noviembre de 1894, t. II, num. 2, pp. 21 a 23. Gutiérrez Nájera, Manuel, en K. Mapes, Erwin (Recopilador), Crítica literaria y temas literarios, Literatura mexicana, Obras I, Universidad Nacional Autónoma de México, 2ª edición, 1995, México, p. 523
[5] Dumas Claude, Justo Sierra y el México de su tiempo 1848-1912, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de Publicaciones, Segunda edición, 1992, México. p. 342
[6] Se publicó en El Universal, 25 de marzo de 1894, t. XII, 2ª época, num. 68, p. 1, como parte de una “Crónica” de “Puck” Gutiérrez Nájera Manuel, en K. Mapes Erwin (Recopilador). Op. Cit. 523
[7] Dumas Claude, Justo Sierra y el México de su tiempo 1848-1912, Op. Cit. p. 342